Por Claudio Daniel Boada
Algunos esbozaron una sonrisa
cuando hablando en la Audiencia Pública del Gas (4/9/18) hice una referencia a
una reunión de la CTA de Mar del Plata (31/8/18) en la que participé. Por
supuesto que lo que dije en dicha audiencia no es lo que publicó el diario La
Nación (5/9/18) que después de una larga entrevista telefónica pone en mi boca
una frase que corresponde a una manifestación totalmente secundaria respeto del
tema central de la audiencia. (www.lanacion.com.ar/2168970-segun-gobierno-aumento-del-gas-sera-del)
Pero volviendo a la reunión de la
CTA mencionada, se planteaba en la misma la desobediencia civil (que a mí me
pareció más una expresión de masiva imposibilidad de pago que una desobediencia
civil por cuestiones ideológicas) y la quema masiva de boletas de servicios
público.
En medio de estos planteos, uno
de los participantes que camina el conurbano de dicha ciudad, manifiesta que un
vecino le dice “yo ya solucioné mi problema; me colgué y prendo un fueguito en
el patio”. Agrego yo, un fueguito con ramas de poda y algún cajón de verduras y
cartones recogidos por allí, ni pensemos en compra de leña o carbón. (Sino pregunta cuánto cuesta una bolsa chica
de carbón en tu barrio –cincuenta pesos por lo bajo- o cuánto cuesta un camión
de leña en Ushuaia –seis mil quinientos pesos y te dura un mes y medio y vienen
en trozos grandes que si no los cortas vos te hace alguien el trabajo y se te
van otros dos mil pesos-) Ese fueguito que cada vez vemos más los habitantes de
la ciudad de Buenos Aires, en esquinas y rincones donde se arman ranchadas de
personas que viven en situación de calle; que en un pedazo de tambor de hierro
quemando maderitas y ramas, se cocinan algo a punta de llama.
Ese es el lugar donde nos quieren
poner a los argentinos con el precio del gas y la electricidad, con el precio
de los servicios públicos domiciliarios; y la clara conciencia de esto debe ser
suficiente para quitarnos ese esbozo de sonrisa de nuestro rosto y convertirlo
en férrea oposición a esta política destructiva y humillante. Porque todos
merecemos -por el sólo hecho de habitar nuestro suelo- alimentación, abrigo y
salud entre otras tantas cosas. Aunque escuchemos por televisión a algunos
periodistas que se las saben todas decir -como hoy domingo al mediodía- que el pobre
que no trabaja, que no coma.
En Buenos Aires, 9 de Septiembre de 2018.
En Buenos Aires, 9 de Septiembre de 2018.
1 comentario:
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